En Chile, ha culminado una larga espera, que mantuvo en permanente vigilia a toda la nación y al mundo, con el ascenso del último minero rescatado desde las entrañas de la tierra y el reencuentro con su familia.
En estos largos 69 días, hemos sido testigos del temple, decisión, trabajo en equipo y liderazgo de 33 mineros atrapados en el fondo de un yacimiento de cobre, así como del máximo despliegue de los medios humanos y tecnológicos, disponibles para realizar las labores de rescate, mostrando al mundo, la unión y solidaridad que caracteriza al colectivo Chileno cuando es puesto a prueba.
Aún es demasiado prematuro para dimensionar las repercusiones que tendrá este evento, no solo en las vidas y cotineidad de cada minero rescatado, sino que para la sociedad Chilena, la industria minera y para todo el ámbito productivo. Por lo pronto, solo sacamos cuentas alegres, por el fin logrado, de traer de vuelta al seno de sus familias a estos 33 grandes hombres.
Por este caso en particular, las alertas deberían estar puestas en la pequeña y mediana industria minera, ya que distan astronómicamente de los estándares que ostenta la gran minería, siendo ésta quizás, la hora de pensar en las transformaciones estructurales y legales, necesarias para evitar que hechos como este vuelvan a repetirse.
Es preocupante pensar que lo que estas 33 personas sufrieron, son el efecto de causas que se encuentran en la parte sumergida del iceberg, soterradas y sostenidas por una insuficiente capacidad del estado, para mantener una estructura burocrática eficiente, que impulse el fomento, la subsidiaridad y el control sobre el respeto por la legalidad vigente.
En contrapartida, se encuentran los empresarios, que no han sabido aquilatar en su total dimensión los precios favorables de los comodities, para transformar las suculentas ganancias en la debida inversión en su capital humano y tecnológico, manteniendo aun, prácticas empresariales que distan mucho de tener los altos estándares, que la industria moderna requiere, para resguardar la integridad de los trabajadores.
Este hecho, en si, debe transformarse en un hito, que marque un antes y un después, parafraseando los dichos del presidente de Chile, quien de esta manera se compromete a liderar los cambios necesarios, pertinentes y urgentes, que se requieren para erradicar de una vez y para siempre, la exposición de los trabajadores, a situaciones que pongan en riesgo sus vidas, por el solo hecho de “ganarse la vida”.
Recuerdo a los emprendedores, tantos términos emitidos en las columnas de este blog, en relación a su responsabilidad en el desarrollo y resguardo de sus colaboradores, entregándoles todos lo medios posibles para su desarrollo personal, las herramientas para ser mas eficientes, pero también con mayor conciencia frente al autocuidado de su integridad física.
El ser empresario, ya sea pequeño, mediano o grande, conlleva la responsabilidad sobre el resguardo físico de sus colaboradores, desde una perspectiva totalmente ética. El fin no solo debe ser el de acrecentar el capital, lo que es absolutamente legitimo, sino que también el de acrecentar la calidad de vida, de quienes en definitiva, son el corazón y motor, en el que se sustenta todo el devenir de la empresa.
Que esta sea una lección aprendida.
Juan Carlos Parra
DESARROLLO PYMES
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