sábado, 8 de enero de 2011

HORA DE BALANCES Y PROMESAS

Se inicia un nuevo año y como si en forma invisible alguien haya activado nuevos chips, iniciamos la jornada, pretendiendo olvidar el pasado año, depositándolo en el inconsciente colectivo, hasta que estalle de vez en cuando, en una remembranza de tragedias o actos heroicos, de aciertos y desaciertos, de desencuentros y encuentros.

Lo cierto es que no hay años buenos o malos, solo debemos agradecer al Gran Hacedor cada día vivido, junto a los que amamos, a los que comparten nuestras utopías y sueños, con quienes trabajamos codo a codo siguiendo nuestras visiones, con quienes compartimos los fracasos y los triunfos, con quienes lloramos la tristeza de la derrota y la alegría de la esperanza.

Es la hora de los balances, de sacar cuentas de lo desaprendido y lo aprendido, y de lo tanto que nos falta por aprender. De la necesidad de recuperar la calidez, la capacidad de estar cercanos, de conversar, de perder el tiempo en el ocio fructífero del juego, para ganarlo aun mas con nuevos brios. De prometer no volver a olvidar las promesas, de ser mejores personas viendo mas al otro que al Yo. De nuevos proyectos o consolidar los que están en camino. De fijar nuevos rumbos, para enderezar el que llevamos, conduciendo a otros puertos, con mas oportunidades y desafíos.

Todo esto nos lleva a preguntarnos si realmente hemos contribuido a mejorar la calidad de vida de otros, si hemos sido justos y equitativos, si hemos contribuido a salvaguardar nuestro vapuleado medioambiente, si hemos contribuido a crear relaciones duraderas y basadas en la confianza, si hemos contribuido al crecimiento intelectual de otros, otorgándoles mas oportunidades y empleabilidad, si hemos contribuido a crear lugares seguros de trabajo, salvaguardando la vida de quienes ahí trabajan.

Si nuestras respuestas no nos dejan del todo conciliados con nuestra conciencia, debemos hacer votos de continuar en la lucha, casi apostólica por lograr estos desafíos, porque no es una cosa de un día si y otro no, debe constituir un valor, intrínseco en cada uno de los que tienen la responsabilidad, desde su ámbito de acción, frente a sus compañeros de trabajo o colaboradores.

Les deseo a todos los lectores de este blog, lo mejor, y que juntos miremos el año que se inicia con fe, con esperanza, con confianza y con la convicción, de que seremos capaces de no defraudar a nadie, menos a nosotros mismos.


Juan Carlos Parra B.
Desarrollo Pymes

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